Un año más la Copa del Rey de Baloncesto nos ha deparado no solo cuatro días de adrenalina como rezaba su eslogan, sino cuatro días intensos, divertidos y absolutamente adictivos: como diría la madre de Forrest Gump, la Copa es como una caja de bombones, nunca puedes asegurar un resultado, pero siempre vas a obtener un placer para tus sentidos.
Solo uno de los siete partidos disputados tuvo un final plácido para el vencedor, el resto se decidió en los últimos minutos e incluso se llegó a rozar la eliminación del tercer cabeza de serie si no hubiese mediado un tiro libre fallado para forzar la prórroga. Entre los que perdieron, el equipo que ha quedado más tocado es sin lugar a dudas el Valencia Basket, actual líder del campeonato doméstico tras su inmaculada primera vuelta pero que ha visto como en apenas un par de semanas ha sido eliminado de la Eurocup y se volvió a casa a las primeras de cambio en A Coruña: Pedro Martínez tiene mucho trabajo por delante para recuperar anímicamente a un colectivo que había vapuleado la supuesta hegemonía de los dos grandes. El Barça dio la de arena en esta ocasión en su partido ante Dominion Bilbao, aunque sin las secuelas de sus vecinos valencianos: en una competición a cara o cruz pueden ocurrir estos accidentes, y la amplitud y calidad de su plantilla pueden enderezar el rumbo en la recta final de la temporada; para los hombres de negro en cambio el subidón de su victoria ante los culés vino seguido del batacazo de la derrota ante los grancanarios, a los veteranos Mumbrú y Raúl López se les escapó una de las últimas oportunidades de al menos haber estado en otra final de Copa.
Haciendo honor a la fama de la competición, ha resultado incluso paradójico que la ganase el equipo que menos se esperaba que lo hiciera entre los cabezas de serie aunque su nombre siempre aparezca como candidato a todo a comienzos de temporada; el Real Madrid no figuraba en las apuestas de ninguno del resto de entrenadores ACB en la encuesta realizada previamente al campeonato, pero una vez más los blancos han sabido responder en el momento preciso sobreponiéndose a los problemas que llevan arrastrando desde inicios del campeonato: las lesiones de Llull y Rudy (aún convaleciente), los problemas físicos de Felipe Reyes y la hasta ahora intrascendente aportación de los fichajes de este año (exceptuando los efectuados en el mercado de invierno, Rivers y Lima). Obviando a Gustavo Ayón, MVP del campeonato, me gustaría destacar la labor del lituano Jonas Maciulis, quien con sus aportaciones defensivas y ofensivas en este fin de semana ha completado su mejor actuación desde que llegó en 2014.
La Copa del Rey sigue gozando de muy buena salud y sigue siendo un formato a exportar; puede que la mentalidad yanqui valore más el tradicional partido Este-Oeste con sus mates circenses, sus tiros desde 8 metros y su nula intensidad defensiva, pero comparando el espectáculo de Toronto con el de A Coruña me viene continuamente a la cabeza lo muy diferente que sería un fin de semana NBA en el que los ocho mejores de la liga (o siete más el anfitrión), contabilizando solo el primer partido entre todos los equipos a modo de primera vuelta e independientemente de conferencias, se disputasen una “copa” de EEUU: tomando como ejemplo la clasificación actual, Warriors, Spurs, Thunder y Raptors en un bombo, Clippers, Grizzlies, Celtics y Pacers en el otro; para zamparse la caja de bombones entera aunque no fueras goloso.