El pasado viernes tuvo lugar en el Auditorio Nacional de Música de Madrid un concierto solidario de zarzuela a beneficio de la Federación Española de Enfermedades Raras (FEDER) para ayudar tanto a programas sociales como a la investigación de la Fundación San Juan de Dios y Síndrome de Rett, que afecta a más de tres millones de
niños y adultos en España. El padrino del acto era Vicente del Bosque. España siempre le agradecerá que nos regalase la Copa del Mundo, que nos ilusione con la Selección, pero jamás podremos valorar lo mucho que hace en el silencio de las buenas obras. Su forma de ser, su perpetua defensa de causas nobles, le enaltece tanto como sus victorias. Conozco a Vicente desde que era futbolista, y yo, un humilde principiante buscando un hueco en el firmamento periodístico. No ha cambiado.
El tenor Israel Lozano, superlativo, Antonio Vázquez, presidente de Iberia, voz de lujo, Germán Álvarez Blanco y su Casa de los Líos, infatigable intelectual literario, Manuel Romero, editor de www. lavozlibre.com, el inigualable barítono Andrés del Pino, Enrique Bustos y Alonso Pereda, todos aplaudieron la obra de Del Bosque. La organización impecable de Sito Tejeiro, dueño del Pimiento Verde y alma de la Fundación Sinfolírica así lo certificaron. Su amor por los más débiles lo ha convertido en embajador de los desfavorecidos. Estas noticias no suelen aparecer en los periódicos, pero son más importantes que un fichaje estelar. Su actitud solidaria hace que me sienta orgulloso de ser su compañero y amigo. Vicente es un regalo de Dios.