12 May, 2015

Víctor

Son muchísimas las cosas que tenemos que agradecerle a Arsenio Iglesias, el hombre del orden y el talento, el entrenador que fabricó el mejor Deportivo de la historia, el Ferguson blanquiazul. Y una de ellas es que hiciera debutar a un jovencito de Getafe, Víctor Sánchez del Amo, que soy se sienta en el banquillo al que Arsenio dio lustre. Tuve la suerte, humana y profesional, de conocerlo y de tratarlo, y de cuajar con él y con su padre una entrañable amistad. La figura de los padres resulta crucial en estos futbolistas que despuntan con poca edad y no pierden la referencia del suelo ni se pierden en sueños imposibles.victor

Víctor es un ejemplo de cordura, de honradez y de coherencia. Estamos ante un hombre que sabe lo hace y lo que dice y que piensa mucho ambas cosas, un ser humano observador, analítico y reflexivo al que se le exigirá en Riazor que consiga la permanencia al mismo tiempo que deberá armar un equipo para que se consolide entre los grandes.

No le temblará el pulso a la hora de tomar decisiones pues tiene fresco su papel de futbolista y ha sido un jugador importante y destacado. En el Real Madrid, de entrada, ganó la liga y la Champions y jugó cerca de cien partidos con entrenadores como Capello y Heynckes, y repitió éxitos en el Deportivo con todos los títulos posibles. Tiene dotes de líder, de capitán de equipo que convence sin dar órdenes militares sino enseñando conceptos razonables y razonados. Líder, no jefe.

Quizá no sea quien suscribe el más objetivo pero, entre los miles de futbolistas y entrenadores que he conocido y tratado en muchos años, Víctor ha merecido mi consideración y respeto desde que era un joven principiante mezclado con futbolistas como Guti y Raúl, que marcaron un tiempo en la cantera madridista. A Víctor nunca nada le vino grande y conviene recordar que nació entre los grandes.

El Deportivo ha fichado a un hombre de fútbol, excelente jugador y buen segundo. Ahora le corresponde reivindicar que su papel de entrenador está llamado a la élite. Personalmente, no tengo ninguna duda y confío en su trabajo, seguramente, porque hace veinte años que sé quién es y cómo es. Y, además, le deseo el éxito muy sinceramente.