¿Sabes quién soy?
– ¿Y cómo no lo voy a saber si escucho tu voz cada día resintonizando emisoras allá dónde vas…?
Así, con una llamada de teléfono despertándome de la siesta conocí a Gaspar Rosety. Me tuve que pellizcar para darme cuenta de que estaba pasando de verdad, de que estaba hablando con LA VOZ, en mayúsculas, porque para mí no ha habido ni habrá una voz como la del gran Gaspar Rosety.
Era septiembre de 2001. Aquel verano, cada mañana en la TVG entrevistaba a un gran deportista gallego. El paso de Chus Lago por el programa me permitió rememorar las conversaciones que la alpinista mantenía con Rosety en Radio Voz, contándole a Gaspar sus progresos en su intento de subir el Everest sin oxígeno. Me parecía maravilloso que en un mundo, el de los programas deportivos, tomado por el fútbol, hubiese tantos minutos para este tipo de gestas que habitualmente pasan de puntillas. Pero para Gaspar nada era pequeño, todo tenía relevancia, y así lo transmitía, con esa voz penetrante que hacía que cada historia fuera maravillosa y única, historias contadas con el corazón.
Para Rosety cada historia era maravillosa y única, historias contadas con el corazón
Me confesó Rosety que tenía que conocer a una periodista que hablaba tan bien de él: “no estoy acostumbrado a que hablen bien de mí”, me dijo aquel día por teléfono. Poco después estaría en el estadio de Riazor, para retransmitir el derbi gallego. No pude declinar su invitación, mi ídolo me ofrecía escucharlo en directo y nada menos que en un derbi gallego. Ante la desafortunada jugada entre Giovanella y Manuel Pablo no sabía a qué atender, si al drama que se estaba viviendo en el campo o a la pasión con la que Rosety narraba aquel episodio, rojo como un tomate pensaba que le iba a dar algo. Fue una experiencia inolvidable y el principio de una inmensa amistad. Con el tiempo entendí que cada narración era igual, todo sentimiento, todo corazón.
Su pasión por Galicia, por nuestra comida y por el mar lo hacía aún más especial por estos lares, en los que deja grandes amigos que hoy lloran su partida pero que al mismo tiempo nos sentimos afortunados de habernos cruzado en su camino.
Siempre tenía la palabra exacta para cada momento, te gustase o no, siempre presente, acordándose de cada detalle. Apoyando y confiando en los que empezábamos, o en los que veía esa pasión que él transmitía. Con él aprendí a hacer oídos sordos a las malas lenguas, a emocionarme en público sin tener que sentir vergüenza, a seguir para adelante con seguridad, en la profesión y en la vida. Con él aprendí de fútbol, de periodismo, de gentes, también de personas, aprendí a agradecer, a valorar cada momento, un buen vino, una buena comida, en definitiva a vivir el presente, un regalo de la vida que no se puede desperdiciar, porque que sepamos, no hay otra.
A su lado tuve la suerte de vivir uno de los momentos más felices de su vida profesional, la celebración de la Copa del Mundo de fútbol conseguida en Sudáfrica. En Madrid, ante millones de personas compartiendo un sentimiento único, el sentimiento de país unido ante el mayor logro de la selección española en sus años de historia. De este momento es la imagen de este pequeño homenaje, de este recuerdo a una persona emblemática que no dejaba indiferente a nadie.
Su pasión por Galicia, por nuestra comida, por nuestro mar… su pasión por la vida deja muchos amigos que brindarán por él
Gaspar era un tipo grande, en todos los sentidos, nos hacía sentir especiales, nos hacía cómplices de sus batallas, era feliz viendo felices a los que estaban a su lado, haciéndonos protagonistas de situaciones que ni en sueños hubiésemos imaginado. Orgulloso de los suyos, de sus hijas, de su familia, de sus amigos, de su forma de vivir la vida, de su valentía desafiando a la vida, a su corazón. Así lo recordaré siempre, y por todo ello brindaré junto a la cantidad de amigos que he hecho gracias a él.
Leía estos días una entrevista a Mario Vargas Llosa en la que decía: “Hay que llegar vivo hasta el final, que la muerte te sorprenda como si fuera un accidente, mientras estás trabajando o haciendo planes”. Así ha sido en el caso de Gaspar, “hasta el rabo todo es toro”, decía Rosety en sus retransmisiones futbolísticas… también en la vida y así así ha sido en su caso. Disfrutando de ella, haciendo planes.
Ahora toca resintonizar de nuevo para seguir escuchando tu voz, tus consejos, y no dudes que al descorchar una botella de un buen vino, ante un buen banquete o sentada mirando y escuchando el mar estarás siempre presente, como un regalo que esta vida nos ha dado a los que te hemos conocido.
De Martínez a Rosety, va por tí maestro.
6 de marzo 2016