Hoy, 13 de febrero, el Día de la Radio, creo conveniente escribir sobre ti. Escucho la palabra “radio” y se agolpan en mi cabeza millones de momentos, recuerdos, goles, jugadas, motes… Ritmo, talento y sabiduría. Tú.
Maravillosa definición: “La radio es ritmo, talento y sabiduría”. La radio es ritmo, es equilibrio entre palabras y silencios. Lo más importante son estos últimos, hay que saber hacer las pausas, darle ritmo a las palabras. Tú lo tenías todo.
Recuerdo que, con apenas dos años, me sentaba en el sillón cada vez que salías hacía el estudio y me ponía los cascos para disfrutar del espectáculo que iba a tener lugar. Y, solo yo era dueña de ese sofá, de esos cascos con micrófono y del transistor. Eras mío. Daba igual qué partido fuese porque hacías de ello una final de Champions. Esa energía, ese desgarro, esa pasión, la forma en la que dibujabas con tu voz cada jugada, cada gol y hacías que aquellos que no podían ver el partido lo viesen a través de tus palabras.
Gaspar Rosety y la Radio para mí significan exactamente lo mismo. Desde tus 16 años habéis ido de la mano y por mucho que vuestros caminos se separasen hace mucho tiempo nunca dejaste de amarla.
Ojalá nunca te hubiesen apartado de ella porque nunca volvió a ser la misma. Lo mejor que se puede decir de alguien es que ha creado escuela y tú lo has hecho, Rosety. Solo hay que escuchar a algunos periodistas de hoy, que lejos del periodismo de entonces, tienen algo de ti.
El Día de la Radio, el día de aquello que te hizo tan feliz y por lo que luchaste tanto. Aquello que te dio pero también te quitó. Aquello que te hacía sentir de tal manera que quien te escuchaba sentía contigo y eso es una cosa que no consigue todo el mundo. Tú nos ponías la piel de gallina, nos hacías llorar, levantarnos del sillón o de la silla del bar y gritar, jalear, apoyar y vivir. La radio es vida y tú la has disfrutado y vivido como un niño. La vida y la radio.
Sin darte cuenta y, muy a tu pesar, estabas convirtiéndome en periodista. Es más que un trabajo, es una forma de vida, una manera de ver el mundo. Sin horarios, sin espacios. Viajar, pero no es viajar como los demás se piensan. Esos viajes son sabiduría, cultura. Implican empaparte de la historia de cada jugador, de todos los clubes de la ciudad, de los estadios y también de su gente y costumbres. Es viajar con historia, con pasión. Es llegar a China y saberse la alineación completa y todo lo referente al club. Es hacer referencia a sus “antepasados”, es hacer literatura de ella a través de las ondas. Yo ahí, lo voy a decir tal cual, flipaba. ¡Cómo se sabía no solo la alineación de ese día sino la de veinte años atrás! Estaba escuchando un partido de fútbol pero encima, me estaba enseñando no solo lo que pasaba en el terreno de juego.
Gaspar Rosety es un gol cantado, un partido con emoción, una voz que se desgarra, historia del fútbol. Es una oda al ritmo, al talento, a la sabiduría. Es una oda la vida y por ello no podía pasar este día sin dedicarte algo Papá.
Espero que, allí donde estés, sigas disfrutando como lo has hecho aquí y continúes haciendo que los demás disfruten de tus narraciones, de tu voz, de ti.
Te quiero Papá.