La historia de la narración radiofónica se escribe con letras de oro y mayúsculas. Por José María Vicente Ferrer.
Bajo los rigores de la democracia española empecé a aficionarme al futbol como cualquier niño de temprana edad. Con motivo del mundial 1982 mi afición fue creciendo hasta convertirme en futbolista benjamín de la cantera del Valencia C.F.
Al mismo tiempo soñaba en la playa, a orilla del mar mediterráneo, donde se juntan la tierra y el mar, donde Gaspar llegaba, llega y llegará con su voz inconfundible. Soñaba con lo que había detrás del transistor de mi madre siempre se lo llevaba a la arena. Me interese por la radio y soñaba que algún día conocería a las personas que estaban detrás del aparato, de ese objeto tan singular llamado radio. Soñaba, soñaba y soñaba…
Crecí como futbolista en la cantera del Valencia C.F. Pronto la vida me puso un volante entre las manos para poder maniobrar, entonces la pasión y ese sueño de entrar en el mundo de las ondas se convirtió en realidad.
Esta mágica ilusión crecía. Con 15 años, en el recreo del colegio pensaba en muchos periodistas, incluso un profesor me dejo las llaves de su coche para escuchar la radio durante uno de los recreos. Fue entonces cuando el Gran Gaspar Rosety me llamó la atención. Por aquel entonces mi abuelo me preparó una entrevista en la histórica Antena 3 Radio, situada en la calle Oquendo 23. Su sintonía era inconfundible.
En marzo de 1989 mi emoción se consumó en la sala de espera. De pronto ci aparecer Gaspar que, se acercó a fírmame una foto. Emocionado por y para siempre.
En febrero del año 1990 el padre de un compañero de mi equipo, al que estaré siempre agradecido, me presentó una mañana, en Valencia, a Gaspar. Estuvimos conversando con él y de pronto me dijo: “tu conmigo a la cabina”, en ese momento me brillaron los ojos como un niño, lo que era, con 16 primaveras. No podía pedir más en este sueño mágico hecho realidad.
En abril del año 1990 se jugaba la final de la Copa del Rey en mi tierra. Gaspar me invitó. Quedamos en el aeropuerto y me sorprendió con un “esta vez me acompañarás a la concentración del Real Madrid” . Por aquel entonces se concentraban en el Parador de El Saler de Valencia. Allí me quedé, a su lado, y me presentó al entonces Presidente del Real Madrid Ramos Mendoza y por alli estaba también la Quinta del Buitre: Butragueño, Chendo, Martin Vázquez, entre otros.
Al día siguiente me invitó de nuevo a la cabina para disfrutar de un maravilloso Real Madrid-Barcelona F.C. Era 5 de abril 1990, más de ocho horas de radio ininterrumpidas y el Maestro en una actuación soberbia de narración fusionó poesía y descripción en un relato espectacular. Su voz inconfundible, “Marca Rosety y Sonido Menayo”. Un equipo insuperable que hizo temblar a la España radiofónica futbolística, por su portento y potencia.
Al acabar el partido pude disfrutra de una lección magistral de radio. Le acompañé emocionado.
La España de los años 90 baja el volumen mientras subía el de la radio para escuchar su voz, única e inconfundible. Gaspar te permitía ver el partido a través de su voz, escuchar sus goles y en general, sus narraciones era disfrutar de una maravillosa orquesta radiofónica en la que fusionaba, entre graves y aguados, literatura, deporte, espectáculo, cultura e historia.
Una anécdota fue la remontada del Valencia- Real Madrid el 18 enero de 1992. Antes de empezar me pregunto acerca del ilustre catedrático Don Manuel Broseta Pont, quien había sido recientemente asesinado. Apoteósica la narración de los goles valencianistas de Fernando y Roberto.
En febrero de 1992 en el azul palpitante del Mar Mediterráneo, junto con otros periodistas y Guss Hiddink, vi a Gaspar como disfrutaba de una maravillosa tertulia que fue toda una lección de vida y periodismo, un fiel amante del deporte y de su trabajo.
Disfrutaba viendo la estela del barco, navegando como él lo hacía y seguirá haciendo, por las ondas radiofónicas.
Mi más sincero agradecimiento a su persona, por lo mucho que aprendí a su lado en todo los órdenes de la vida y lo bien que hizo de hermano mayor y padre, ese padre que yo no tenía.
La tierra ha tenido, tiene y tendrá un narrador irrepetible, un genio de la radio.
La historia de la radio mundial tiene un salón grande con alfombra roja grabada con letras mayúsculas, un sueño mágico.
Gracias Gaspar, te tengo presente.
José María Vicente Ferrer