Siempre es un buen día para rendirle homenaje a un padre.
Ayer encontré en mi escritorio un folio en el que se leía “Adelita y el Mundial”, sobresalía entre otros, me llamó la atención y decidí leerlo. Era un artículo escrito por mi padre, sobre aquel maravilloso viaje a Hannover para ver ese España-Francia que tanto dolió. Estuve en el Mundial de Francia, pero no era consciente de lo que estaba viviendo, sin embargo, en Alemania sí lo fui, claro, era mayor y amaba el fútbol y a la persona que me llevaba, con todas mis fuerzas.
El artículo termina así: “Mi hija me preguntó en el vuelo de regreso: “Papá, ¿vamos a ganar el Mundial alguna vez?”. La llevé a la cabina del Airbus-300, contempló el despegue junto a los pilotos y a Gonzalo Miró, le enseñaron la luz de Venus y después la acompañé al asiento. Le pedí una manta a la azafata, la tapé y le cerré los ojos hasta llegar a Barajas. ¿Nunca ganaremos un Mundial?… Esta noche volveré a soñar, porque siempre se puede ser más grande, y quizá encuentre una respuesta para Adelita.”
Me costó terminar de leerlo, pues tenía los ojos inundados de lágrimas, pero al llegar al punto y final vi, que una vez más, mi padre cumplió su palabra y se encargó de encontrar una respuesta bastante satisfactoria para mí.
No solo se encargó de enseñarme que nuestra Selección había crecido, también que lo hizo en un momento en el que el país estaba “roto” y el fútbol se encargó de unirlo y llenarlo de felicidad.
Salía de la universidad cuando ví en mi móvil “Papi llamando”, contesté y empecé a contarle cómo había ido el examen a lo que me respondió: “Va a ir un coche a recogerte y te va a traer al Club Deportivo Somontes.” ¡Mi padre me llevaba a celebrar la victoria junto a él! Recorrí las calles de Madrid entre una marea roja, que cubría las calles de la capital, pues gente de toda España vino a celebrar esa alegría. España ganó la Eurocopa, el Mundial y volvió a ganar la Eurocopa.
Ganamos el Mundial con un equipo increíble bajo la capitanía del mejor, Iker Casillas. Aquello era una verdadera familia y esa fue la clave del éxito de nuestra Selección. Es más, ese fue el éxito porque España era una gran familia llena de esperanza e ilusión. Iker fue a ganar, fue a por la Copa del Mundo y no defraudó. La trajo a casa.
Gracias a los dos por contestar a esa pregunta que, sobrevolando el continente europeo, le hice a mi padre.