El árbitro.
Son sumamente vocacionales y, quizá por ello, empiezan a escasear voluntarios. Seres indefensos ante algo tan básico como el error involuntario. Se aplaude al futbolista que falla cinco goles bajo palos pero se criminaliza al árbitro que pita un penalty, uno, anula un gol, uno, o marca un inexistente fuera de juego, uno. No importa que el delantero cobre millones […]