España agota el Diccionario con una exhibición de fútbol ante Venezuela (5-0)

España agota el Diccionario con una exhibición de fútbol ante Venezuela (5-0)

Marcó Andrés Iniesta, primero, David Silva después y Roberto Soldado se lució como goleador con el “9” en su espalda en tres ocasiones, además de ver cómo Dani Hernández le detenía un penalty cometido por Amorebieta sobre el propio Soldado. Noche completa. Mágica.

RFEF.- 29-02-2012. Gaspar Rosety. Málaga.

No quedan palabras, le faltan hojas al libro de cabecera de la Real Academia Española para explicar los conceptos y las materializaciones que España lleva a cabo con el fútbol. Parece imposible que se detengan los relojes cuando el balón se pasea enamorado entre las botas de nuestros futbolistas. Toques y más toques, de sutileza y de ternura, de cariño hacia el objeto más valioso que tiene este deporte,  convierten el juego en espectáculo y el espectáculo en fiesta, en una sensación de placer insuperable para los sentidos. Se torna indescriptible la enseñanza del fútbol, la apertura de todos los conceptos del balompié, de su puesta en marcha y de su realización. La maquinaria perfecta ante la cuarta selección de América no dejó títere con cabeza.

Del Bosque debería haber firmado con Azorín “Las confesiones de un pequeño filósofo” o los “Episodios Nacionales” con Benito Pérez Galdós o una parte del Quijote cervantino que Iniesta convierte en real cada vez que se gira cerca de una pelota. No hay poesía para expresar los sentimientos que revela, como una pluma brillante, como un corazón caliente, como un alma cándida, como un sueño interminable, no hay poesía que pueda definir este escalofrío que recorre el cuerpo ante el privilegio de vivir para ver a estos futbolistas. Quizá debiéramos reunir a Lorca con Machado, a Darío o a Cernuda, a Benedetti, a Amado Nervo o a Bécquer, quizá,  para que vuelvan con un balón por el cielo aquellas oscuras golondrinas.

España es Campeona del Mundo; lo recuerda y se siente orgullosa de ello. Por eso, cuando marca el primer gol se va corriendo a por el segundo y así sucesivamente con una ambición interminable. Algunas veces, obligan al espectador profesional a dejar de pensar para limitarse a sentir. Los ojos no se cansan jamás de la belleza; la llevan a la memoria para que allí se eternice.

Bastaría decir en la crónica diacrónica, analizando el tiempo transcurrido, que la Selección salió a “La Rosaleda” con las ideas claras y las fuerzas intactas, como si le fuera la vida en el empeño ante un equipo, la “Vinotinto” venezolana, que terminó rezando para el final llegase cuanto antes. Se podría escribir que España se situó de manera impecable, con los cuatro zagueros, Arbeloa, Piqué, Ramos y Alba, por delante del Capitán Casillas. Que lo bordaron, como lo hicieron unos metros por delante Busquets, Xabi Alonso, y Cesc, del mismo modo que lo crujieron Silva, Llorente e Iniesta en los límites del área. Lo mismo que un poco más de noche lo crujieron Puyol, Cazorla, Xavi, Muniain, Navas y un Soldado convertido en general de división. Y sobraría con dejar constancia en los folios de que una combinación maravillosa iniciada por Busquets puso la pelota en los pies de Iniesta, que marcó el primero a los treinta y seis minutos. Y que Silva hizo el segundo tras una pared de oro en la frontal cuatro minutos más tarde. Por supuesto, la segunda parte fue un obsequio para Soldado, que se puso el “9” a la espalda como el que pasea un chupachups y se sacó de la chistera tres goles como tres soles, en el cuatro, en el ocho y en el treinta y ocho con aspecto de conejos y palomas. El truco del sombrero. El hat-trick. Un poco antes deberíamos dejar para el recuerdo una escapada terrible del valenciano que Amorebieta cortó con un agarrón que le costó el penalty y la tarjeta roja. Sn embargo, eso no haría justicia al partido.

Necesitamos elogiar en su dimensión. Nos gusta el debate de las ideas, la filosofía de la cuestión por principio a cualquier planteamiento para dejarnos vencer por el peso mayor de los argumentos mejores. Y, en esto, la España de Del Bosque, Grande, Miñano, Jiménez y compañía, resulta ejemplar. Pone sobre el campo las mayores virtudes. En primer lugar, la calidad y el talento. Más tarde, esboza la solidaridad de un grupo de deportistas de alto nivel que se sabe fuerte en la unidad indescriptible y sin fisura de las relaciones humanas, del compañerismo llevado hasta grado extremo. Lejos de conformarse con ello, aporta una sobredosis de trabajo, de esfuerzo, de galopadas de un lado para otro, llenas todas ellas de abundante sentido común. Aportan creatividad, partiendo de un concepto estético de la idea hacia un desarrollo plástico gratificante para el buen gusto. No golpean el balón; lo acarician. No lo agreden; lo enternecen. Se diría que lo endulzan. No lo castigan; lo elevan a la categoría de arte. Y, así, van pasando los minutos mientras se cosen con primor jugadas de belleza sublime, toques cortos o largos, pases al pie o al espacio, rondos a mil hora en los que la pelota no se ve sino tan sólo se escucha cuando contacta con las botas; pasa el tiempo probando incluso tácticas diferentes, movimientos por ensayar sobre los siete mil metros cuadrados de la luminosa verdura de un campo de juego. Y siempre con la vista al frente para buscar el camino del gol, ese rey de reyes que el fútbol encumbra en cada oportunidad.

Venezuela se convirtió en lector de esta poesía, en devorador de la prosa rojiza, en espectador circunstancial de una representación majestuosa. No hay palabras. Se pierde el valor de los adjetivos, la fuerza de las calificaciones. Ya todo es etéreo, inalcanzable, inaccesible, único en sí mismo, como un concierto angelical, como una sinfonía de Beethoven, como una cantata de Bach, como una estación de Vivaldi, como una marcha de Strauss. Música, poesía, arte. Nobleza intelectual llevada a cabo con profundo respeto hacia un rival del que apenas se puede contar más allá de su alineación y de los pensamientos de su excelente entrenador, César Farías. Al seleccionador de la “Vinotinto”, le vendrán sueños delbosquianos, el olor de la hierba mojada de esa “Rosaleda” que aún respiraba por Blas Infante; quizá se despierte creyendo que no lo ha vivido pero, al instante, alcanzará la certeza de que fue verdad. Sucedió en el oscurecer costasoleño, al oriente meridional de un imperio secular que se llama España.

Sandoval

Los entrenadores de equipos modestos suelen merecer un espacio en el periódico sólo cuando están punto de ser despedidos. Sin embargo, llevo tiempo siguiendo el trabajo de este hombre y me ha ido sorprendiendo al mismo tiempo que ganando. Por su naturalidad y su carácter humilde, por su capacidad para entender el fútbol de un equipo que se codea con los grandes y que responde a una idea, bien merece una reflexión.

Lo primero que advierte un espectador profesional cuando ve jugar al Rayo es que se encuentra ante un grupo bien trabajado y bien tratado. En orden a un concepto positivo del juego, Sandoval ha conseguido un estilo. Lo sustenta en un pensamiento atacante y ganador, en la ausencia de complejos y en la extraordinaria solidaridad del grupo. Maneja una brigada sin estrellas en la que brilla la disciplina táctica, el trabajo de la estrategia, una excelente preparación física y altísimos niveles de concentración. El talento y los recursos individuales pertenecen a cada futbolista.

Este entrenador, alejado de todos los salones de la fama, que podría ser el vecino del tercero o el director del banco de la esquina, canaliza toda su energía para transmitir una idea clara, concisa y categórica. No renuncia a ella en ningún sitio, lo que entraña una coherencia elogiable, y dirige un ejército al límite de sus posibilidades.

Lo escribo hoy porque no importa que haya perdido para juzgar su trabajo previo y el desarrollo colectivo de sus intenciones. Con una idea bien trabajada y con fe en ella, se puede llegar lejos. Sandoval es un claro ejemplo. Y un buen entrenador. Lo celebro.

Monchi y Caparrós el éxito

Los triunfos del Sevilla no llegan como producto de la casualidad sino de un trabajo bien hecho. A pesar de la mala fama que le precede, de equipo tosco, físico, agresivo o violento, el resultado que observo sobre el campo de juego se me antoja de mayor calidad y con futbolistas de categoría. El fútbol del Sevilla no es rudimentario ni bruto sino táctico y técnico. Jugadores como Daniel Alves, Renato o Baptista, con su carácter y sus condiciones sudamericanas le han dado un toque brasileño muy propicio a los equipos del sur y, en especial, a la escuela sevillana. ¿Por qué acierta en estos fichajes el Sevilla? Por la planificación, por el seguimiento a jugadores de los cinco continentes y por el criterio que permite incorporar jugadores desconocidos a bajo precio. La ventaja es que rinden más que muchos famosos y siempre se pueden vender a un precio muy superior al que han costado.

El esfuerzo de Monchi, un guardameta fichado por Luis Cuervas y descubierto por el fallecido presidente para las tareas técnicas, ve sus frutos. Y ellos son consecuencia de una presencia arrolladora en todos los torneos de fútbol base del mundo entero. Mientras Monchi y los suyos se tragan quince partidos en tres días, otros ven un par de ellos por televisión. Luego, Caparrós pone su toque, su personalidad, y conjuga las condiciones técnicas individuales con un trabajo soberano de equipo, con una tarea colectiva que el público, necesariamente, agradece. El Sevilla ha marcado la pauta y su clasificación no parece engañosa sino coherente a sus maneras de elaborar plantillas, equipos y juego. Lo merece.

Michel Platini

El pasado jueves, Ángel María Villar Llona fue reelegido para ejercer la presidencia de la RFEF. El respaldo  asambleario resultó claro e indudable. Aún gozando de extraordinaria importancia este apoyo masivo del fútbol español, profesional y aficionado, debemos hacer mención especial al discurso de Michel Platini.

El dirigente francés pertenece a ese grupo de escogidos que subieron al Olimpo del fútbol en su época. Ahora, desde la presidencia de la UEFA, el segundo cargo más importante del fútbol mundial, vino a España para respaldar al presidente español. “Villar es el mejor dirigente deportivo del planeta”. Una frase digna de agradecer pero que fue superada por el elogio de los valores humanos del candidato reelegido: “Si en una batalla dentro del fútbol, cuento con el apoyo de Ángel, sabré que estamos en una causa justa y noble porque esos son los principios por los que se rige Villar”.

Desde 1988, he visitado países de medio mundo con el presidente de la Federación, y siempre pude comprobar que estas palabras de Michel Platini responden a un sentimiento internacional unánime de enorme respeto y excelente valoración, profesional y humana, hacia Ángel María Villar. Desde esa época, viene mi cercanía hacia él, que nunca fue ocasional ni pasajera ni interesada. El presidente de la UEFA también afirmó que “España es una tierra de vencedores”, como saben todos los franceses de bien.

Resulta gratificante que, desde cualquier federación del mundo, se aprecie el trabajo de Villar por el fútbol español e internacional y me pregunto si, alguna vez, se reconocerá en España. Empiezo a advertir que sí, que comienza a ser así.

Gasparrosety.com – Las reflexiones de un pequeño observador

Hace algunos años que escribí un artículo sobre él, mucho antes de mantener mi relación profesional con la RFEF que él presidía, Se titulaba “El tonto”. Algunos periodistas lo calificaban así, a Villar me refiero, y otros se limitaban a decir simplemente que era “una buena persona”, antesala de lo otro, sin duda. En aquel texto, firmado en la última página de Marca en junio de 2002, se narraba la historia de este singular personaje. De ambas cosas puede presumir, de singular y de personaje y no olvidemos que para ser personaje, antes, hay que ser persona.

Hoy, recién elegido para cuatro años de mandato, sin opositor alguno y con cerca del 90% de los votos a favor, Villar Llona acredita una serie de cualidades humanas y políticas que nunca le han sido reconocidas. Porque sus triunfos electorales, seis consecutivos, no se producen al estilo de las repúblicas bananeras centroamericanas, antes bien, se sustentan en trabajadas campañas electorales, en contactos con los votantes, en preparación profesional de las Asambleas y en un trato extraordinario al mundo del fútbol, en general, y al fútbol modesto, o fútbol-base, en particular, incluido el fútbol femenino. Villar Llona no gana las elecciones el día que se vota. Gana durante cuatro años mientras los demás, sus más destacados opositores, pierden el tiempo en generar negocios a costa del fútbol o en intentar desbancarlo por caminos equivocados. Ese ha sido, entre otros, el error de algunos miembros de alta responsabilidad en la Liga Profesional, que llegaron a creer que almacenaban tanto poder como para tumbar a Villar. Craso error de ambos. Mal cálculo de fuerzas. Idéntico error de algunos medios de comunicación que aún no han entendido que la gente del fútbol, mayoritariamente, quiere a Villar Llona. Vamos, que no se trata de un referéndum nacional en el que vota la calle. No. Vota el fútbol y sólo el fútbol del mismo modo que en hípica vota la hípica y en baloncesto el baloncesto. No hay unas elecciones generales en las que todos los españoles podamos elegir al presidente de la Federación de Baloncesto, por poner un caso. Que, por otro lado, sería una pesadez eso de tener que elegir a todos los presidentes de todas las federaciones. Con Ángel Villar sucede al revés, que quieren echarlo desde distintos lugares pero lo vota el fútbol. ¿Dónde reside la democracia? ¿En respetar los votos y a los votantes o en expulsarlo del fútbol porque a cuatro señores, contados señores, les apetece? Pericles lo tendría claro.

Pasaron los tiempos en los que un periodista ponía o quitaba presidentes. Pasaron los tiempos en los que un Gobierno firmaba decretos para que no pudieran presentarse los que llevaban tres legislaturas. Pasaron, en definitiva, los tiempos de la falsa democracia. El ordenamiento jurídico que regula actualmente el proceso electoral del fútbol procede la Ley del Deporte de 1990 y, de forma más concreta, de la Orden Ministerial ECI/3567/2007, de 4 de Diciembre por la que se regulan los procesos electorales en las federaciones deportivas españolas. “Buena ley- decía Rafael Cortés Elvira, uno de sus padres-, cuando ha sobrevivido a todas las de su época en materias similares”.

Con esta legislación, aprobada por todos y aplaudida por todos hasta el punto de exigir el cumplimiento de lo ordenado por el Consejo Superior de Deportes, nadie se ha atrevido a enfrentarse a Villar. ¿Por qué? Porque no son gente del fútbol sino sujetos circunstanciales que hacen dinero a costa del fútbol.

El fútbol está integrado por diversos estamentos que gozan todos ellos proporcionalmente de representación en la Asamblea. Todos han votado a Villar, con excepción, a mi modesto entender, del sindicato AFE, en el que Gerardo González Movilla viene haciendo de un tiempo a esta parte una personal estrategia individual. Creo que se ha equivocado y que ha perjudicado gravemente a su sindicato pero respeto su decisión. Me tengo por amigo de Movilla y, por ello, en mi deber de expresarme en estos términos.

144 votos de 179 posibles explican el sentimiento general del fútbol español. Villar Llona ha sido, como buen jurista fabricado en Deusto, un excelente negociador. Pasó de tener enemigos a disfrutar de personas con las que podía dialogar y planteó y aceptó la vieja máxima. Mejor un mal pacto que un buen pleito. Y de ahí arrancó para obtener un excelente pacto y evitar lo que hubiera sido un pésimo pleito. Sucedió esto cuando mucha gente del fútbol, la de verdad, la auténtica, se dio cuenta de la maniobra de una plataforma a la que primero llamaron Rosa y más tarde Para Todos. El Gobierno de España entendió la situación, comprendió las posturas de unos y otros, entendió las guerras de instrumentalización de la justicia que se han venido fabricando, y apreció el sentir general. En estos méritos de Villar Llona lo que menos pinta es la Eurocopa de 2008, conseguida de forma brillante en el Prater vienés, a la sombra de la vieja noria que Orson Welles utilizó para su filmar algunas escenas de “El tercer hombre”.

El Consejo Superior de Deportes se situó en su papel de controlador y cumplió su responsabilidad in vigilando a lo largo del proceso. Jaime Lissavetzsky, que entró tarde pero cuando entró se quedó, captó con celeridad la verdad de la historia. Fue en el mes de Marzo. El Secretario de Estado para el Deporte, y probable ministro en la próxima remodelación del Gabinete Zapatero, supo quiénes le habían engañado y dónde residía la verdad política que más interesaba a España y a su Gobierno. Por eso las demandas de Oscar Fle y Javier Tebas fueron sistemáticamente rechazadas por todos los tribunales a los que acudieron. La vieja historia de judicializar asuntos y darle bombo periodístico pasó a la historia. Los jueces y magistrados leen los periódicos, escuchan emisoras de radio y ven cadenas de televisión. No están ajenos al mundo en el que viven. Villar Llona lleva seis años siendo investigado por todos los lados: no hay ni una acusación formal contra él. Ha superado tres años sin subvención del CSD. Ha sabido administrar la Federación y dotarla de un patrimonio extraordinario, la Ciudad del Fútbol, y la admiración por sus méritos llegan de los cinco continentes. Lo quiere Blatter, lo quiere Platini, lo adora Grondona… Estamos ante le directivo español mejor considerado en el mundo entero, a buen seguro junto con Juan Antonio Samaranch. Los mejores de todos los tiempos. Mateo Alemany y compañía deberían saber esto antes de iniciar un recorrido tan poco recomendable como el que hicieron. Bien cierto es que Dios los cría y ellos se juntan.

Ángel María Villar Llona ha manifestado su idea de luchar por la consecución de la sede del Mundial de Fútbol de 2018. A mí no me sorprendería nada que, antes de esa fecha, o cerca de ella ocupara un lugar más alto en el fútbol mundial. Y no me refiero a la silla de Platini.

Ha ganado otra vez. El fútbol se felicita.

Asterix y Obelix

Francia es un país que me gusta por su historia, por sus tierras, por sus paisajes, por sus ciudades, por París que sublima el amor; por sus vinos, por su champagne exquisito; por su organización de grandes competiciones, por sus deportistas, por su Gimnasia, fundada por el español Amorós, que reposa en el cementerio de Montparnasse con  Baudelaire, Sartre o Simone de Beauvoir. Y por más cosas.

París regala recuerdos. Disfruto la bellísima fealdad de la Torre Eiffel, adoro pasear por la Place du Tertre, cenar en Montmartre, navegar bajo los puentes del Sena y orar en Nôtre Dame. He sido feliz en el Parque de los Príncipes, crucé el Bois de Boulogne y extasié en Versalles mientras caminaba con el recordado Antonio Asensio. La Marsellesa lleva música celestial y hasta en rugby les profeso respeto. Puedo levitar en el Louvre o en Los Inválidos y hasta pensar con Rodin o retozar la vida en rosa con Edith Piaff.

Algunos franceses, sin embargo, no perdonan que nuestros deportistas sean campeones. Son pocos esos galos que todavía habitan cerebralmente en los tiempos de Asterix y Obelix,  aunque dispongan de televisión en 2012. Esos franceses no llaman mi atención; presumen de artistas napoleónicos pero sufren sus mentes incultivadas. No relamo las heridas que pretenda causarme la Galia cutre y medieval. Prefiero disfrutar de la Francia histórica que me  enamora y que reconoce los éxitos de nuestros héroes, mientras me deslizo calle abajo por Faubourg-Saint-Honoré o silbo distraído por los Campos Elíseos hacia nuestro querido Arco del Triunfo; el Arco de Bahamontes, Perico, Induráin y Contador. El Arco del Triunfo… español.

Arancha

Estoy seguro de que nos provocó lágrimas a muchos de los que la seguíamos en aquellos años, con carita de quinceañera rebelde, pelo ensortijado, sonrisa triunfadora y carácter de campeona. Aquella muñequera abanderada ponía la alegría a un país agitado, agrietado y amargado por el terror etarra, las reconversiones industriales y las huelgas generales.

Cuando nos contaron que pagaba sus impuestos en Andorra, algo de aquella imagen impecable se mermó. Arancha era nuestra niña; no podía tener defectos, la llevábamos dentro y sus triunfos eran nuestras victorias. Las verdades que vierte en su relato autobiográfico nos trasladan a la vida quebrada de quien renunció a todo por representar al tenis nacional y ser la reina del circuito.

Nunca supimos, hasta ahora, que también había sido obligada a sacrificar su propia existencia interior, hasta sus gustos y sentimientos, como esos niños prodigio que terminan en la ruina humana porque piensan que sólo existe lo que les enseñan, creen a ciegas en sus familiares y representantes y, un buen día, amanecen con más pasado que futuro y sin las ganancias de su carrera. Esquilmados. Arancha tocó el cielo con las manos y quiso repartirlo con nosotros. Hoy, nos cuenta que fueron sus padres quienes le robaron la escalera.

En la vida no debe existir el pasado infeliz; se necesita  olvidar los malos momentos y mirar al horizonte. Si se ha desahogado y queda en paz consigo misma, me alegro. Ahora, le toca caminar hacia adelante para que la basura del pasado no ensucie un futuro que merece la felicidad, su verdadero oro.

Dani Montesinos

Lo conocí por casualidad. Fue un regalo de los muchos que me hizo Barcelona y lo fiché para mi equipo. Venía de la mano de su inseparable Mark Casanova. Apenas tenía un cuarto de siglo y mostraba los valores de este grupo de periodistas que tanto me ha enseñado, los periodistas nacidos en democracia. Fue un trabajador honrado, dedicado a su profesión, y nos ofreció sobradas muestras de ello durante noches inolvidables en el Camp Nou, eternizadas después en conversaciones por calles barcelonesas.

Dani trabajaba con idéntica ilusión en el baloncesto, en el fútbol, en la radio o en la televisión. Era periodista. Esta pléyade de excelentes chicos multimedia ha refrescado el aire de la profesión, huyendo del juego sucio para levantar orgullosos la bandera del juego limpio. Montesinos aprendió de grandes amigos y compañeros, a quienes aprecio por su recorrido, como Javier de Haro, Manolo Segura, Eduard Berrahondo, Chus Carrillo y tantos otros. Sé que Felipe del Campo llora detrás de un folio y que La Sexta, Marca TV y Gol Televisión, la cadena parida por José Joaquín Brotons, otro de sus profesores, sienten un vacío aterrador. Andrés Iniesta, su amigo entrañable, se entristeció en Twitter.

Vanesa, su viuda, podrá educar a sus pequeños Ivette y Mario, de apenas dos meses, en el recuerdo de un padre maravilloso, ejemplar como compañero, modélico como discípulo, formidable como periodista. Sus hijos crecerán orgullosos de él. Tristemente,  nunca podremos explicarles por qué la vida fue tan injusta con ellos.  Con todos.

Iker, mi chiquillo.

A veces, dejo que el sentimiento escriba por mí y vuele sobre las teclas. Doy rienda suelta a las sensaciones, a los ideales y a los sueños que, a menudo, sigo teniendo despierto y que suelen cumplirse con frecuencia. No parece sabio empeñarse en vivir en el mundo cartesiano de forma perenne, porque se encorseta el alma, y resulta aconsejable ejercitar el espíritu, ente desconocido que emerge cuando no hay nada más a qué aferrarse.

Desde ese prisma, reconozco sin pudor que, desde que lo entrevisté siendo un chiquillo, en Suráfrica, disputando la Meridian Cup, le tomé cariño por su soltura, por su sinceridad, por la espontaneidad que transmitía en aquellas noches lejanas del continente negro. Cuando debutó en San Mamés con cara de anuncio de Nenuco, me alegré infinitamente. Comenzaba a vivir, desde el primer día, el nacimiento y la evolución de un futbolista de época. Como antes me sucedió con otros deportistas, Iker me había reservado una notable dosis de afecto y amistad y entre los dos se creó una cercanía imperturbable, muestra de respeto, cariño y comprensión.

Hoy, al observar que derrumba los récords como si fueran fichas de dominó, al ver que aquel crío se ha hecho hombre y se comporta como tal en cualquier situación, sólo puedo dar gracias a Dios por regalarme este placer del periodismo, del fútbol, de la psicología y la sociología: el de convivir con un capitán como Dios manda; compañero, líder, valiente, sincero, honrado y estrella; un portero de leyenda con maneras de caballero. Un regalo para España.